Mediante el uso terapéutico de la fotografía buscamos documentar realidades biográficas y sociales a través de la mirada de quien las vive, haciendo énfasis en lo sano y en nuestras potencialidades. Se trata de la utilización de fotografias como ayuda para el alivio de síntomas psicológicos y en el crecimiento personal de los participantes, que permiten la exploración de los contenidos psicológicos individuales menos evidentes.

Una fotografía tiene el potencial de proporcionar nuevos insights cada vez que es vista una y otra vez por una persona, y esto se debe a que, aunque el contenido de la imagen siempre es el mismo, la persona que lo observa no lo es. El significado de la fotografía no está prefijado en absoluto, sino que se ve atravesado por las experiencias y perspectivas del sujeto que se encuentra frente a ella. Por eso, trabajar con fotografías es básicamente como hacer un viaje, en el que la imagen final representa un punto de encuentro entre el punto de partida y el de destino, y la autoexploración puede ocurrir en cualquier punto de ese trayecto.
Trabajar con la fotografía supone una incursión al otro lado del espejo, que nos proporciona un conocimiento más profundo e inesperado de nosotros mismos y nos desvela nuestros mecanismos de defensa y proyección; son armas actuales y eficaces para rescatar, sanar, potenciar la creatividad y rehabilitar, a la vez que promueven y desarrollan la empatía, el desarrollo personal y el cambio.
En ese sentido, el uso de la fotografía terapéutica es un recurso creativo de gran valor a partir del cual podemos emprender un ilusionante viaje de auto-descubrimiento visual, para explorar los procesos de auto-desarrollo y crecimiento personal que nos permitirán ver nuestro mundo bajo una luz diferente.